Hay una investigación que no se usa para editar papers o libros o para aumentarle el status a algún ego -espero, jeje. Esta investigación es no-universitaria, y le huye a la postura académica que usa el conocimiento "sofisticado" como excusa para ponerse por sobre los demás mortales. La etnografía que yo aprendí a hacer haciendo y que practico, apunta a generar valor local y hacer visible lo que está tan cerca que no lo vemos. En eso me siento un principito cada vez que siento por dentro Eurekas!, diciéndome a mí mismo
lo esencial es invisible a los ojos.
Los objetivos de investigación están enmarcados en una búsqueda permanente de versiones didácticas y pegadizas para engranar el mundo de las personas que trabajan en la organización-cliente, con el mundo de las personas que aceptan participar como casos del mundo que está más allá de la organización-cliente. Yo me dedico a hacer traducciones culturales de lo que pasa en el mundo de las clases populares, utilizando ejemplos, fotografías, diagramas, dudas, palabras fuertes, sorpresas, artimañas de pensador sistémico y hermeneuta obsesivo.
Los etnógrafos de la base de la pirámide, jugamos en este
punto ciego que existe en lo que ven los que intervienen o quieren intervenir en una realidad puntual. Una persona en una posición de decisor, sea el director de un programa de educación alternativa o el CEO de una corporación de productos masivos, no ve lo que está tapando con lo que sí está viendo. Tampoco se percata que lo que está viendo en los otros se parece mucho a lo que lleva puesto para explicar prioritariamente su propio mundo. Gente como yo, ayuda a hacer visible las conexiones que ya existen, las formas de identificar+definir+resolver+continuar+reemplazar problemas localmente. Comprendiendo el contexto donde ya suceden soluciones propiamente locales, es posible ver lo que es posible. Este es nuestro
playground. Un lugar donde las personas emanan por sus poros y contagian, versiones concretas de realidad, repletas de acciones, memorias reinterpretadas, espacios vivos, y artefactos que al afectar la vida local son a su vez modificados y resignificados.
Plantear un problema de investigación lleva a anclar todo el proceso en preguntas sobre los fines y alcances de una transformación social. Se investiga no para "obtener información". Incluso cuando así lo plantean las personas y organizaciones clientes, el propósito es generar algún cambio que las propias personas puedan sostener en el tiempo. Se indaga para realizar una intervención en la realidad, buscando crear conexiones, o aprovechar las ya existentes, entre personas y símbolos de consumo masivo (marcas, productos, servicios, políticas públicas, emociones, etc.). Por si alguien se siente raro cuando escucha "consumo masivo", pongo sobre la mesa la carta de la obviedad. Hoy, todo es masivo, hasta lo personalizado. Tu zapatero te arregla tu zapato con clavos y suelas que no las hicieron sus vecinos el herrero y el talabartero, sino alguna máquina de producción en serie. Haciendo el ejercicio, imaginario o real, de revisar cualquier cadena de valor que lleva a un producto que usemos hoy, veremos tareas de repetición a gran escala.
Plantearse problemas de investigación (esa cosa más, o menos definida, sobre la que quiero saber) implica delimitar un territorio a explorar, un espacio en el cual es productivo perder y encontrar respuestas. El propósito, sí o sí, es aprender sobre los límites y espacios de oportunidad entre:
- lo que uno cree saber (aprender sobre mi versión del mundo) y
- lo que se descubre sobre cómo las personas sostienen su vida (aprender
sobre otras versiones del mundo)
El propósito de un pedido de investigación esconde y a su vez deja entrever desde dónde, hasta dónde, y cómo alguien comprende y se relaciona con un pedacito de su realidad. Para esto está la etnografía.
La etnografía, es una caja de herramientas para seguir el juego local, de lo que pasa en un aquí y ahora, para ver cómo se consolidan en acciones en tiempo real, las versiones sobre lo que viene pasando y lo que entra en el reino de lo posible, de lo realizable. Lo que hace que la etnografía sea etnografía y no otra cosa (otra metodología, otro rubro del saber o del hacer), es el juego constante de buscar explicitar y validar las perspectivas desde las cuales las personas y sus extensiones tecnológicas, miran y hacen. El etnógrafo quiere aprender sobre cómo juegan los que juegan de locales.
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Donde vean hoy, verán artefactos producidos en serie y en serio. |
Aquí, el contexto es la clave. El contexto, es el co-texto, el texto que tejemos con otros y otras y otritos más. Cosemos la forma de nuestro cuerpo utilizando distintas versiones de nosotros mismos. Hilvanando con hilos biológicos primitivos (miedo, placer, protección) bañamos artefactos, relaciones, roles, en aguas culturales cargadas de valor simbólico. El valor simbólico funciona como
palanca y punto de apoyo, para hacer más liviano el trabajo de sostener nuestra realidad. Llamo aquí valor simbólico a aquello que hace que sea fácil asumir que el mundo es como es -dándole "peso ontológico" a nuestra ficción o sueño, nuestro pedacito de realidad. El valor simbólico, es lo que está por encima y por debajo, y por tanto impregna de sentido al valor que racionalmente le damos a lo que deseamos tener, hacer y ser. Aprender a leer en términos de valores simbólicos lo que las personas dicen y hacen es otra de las claves para conectar el mundo de lo que las personas sostienen como realidad, con el mundo de lo posible. Me dan muchas ganas de dar ejemplos a raudales, y a su vez me contengo para poder dedicar posts específicos para este tema.