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Sunday, December 20, 2009

La falacia del reptil como nivel profundo de la acción humana

Los hombres, nos aplazamos manejando el poder, y desplazamos a las mujeres de puestos de decisión en el Estado o en el grueso de los rumbos económicos de las sociedades donde vivimos. Las mujeres que logran subir en las organizaciones lo hacen abrumadoramente por tres caminos, trazados por los varones y su juego de poder:
1) lo hacen muchas veces a la antigua usanza, heredando cargos de sus padres,
2) o sino a la otra vieja usanza: tienendo el coraje para enfrentar a tanta imbecilidad suelta por ahí y ocupando puestos clave en organizaciones, convirtiéndose en versiones con pollera de sus contrincantes masculinos,
3) siendo reducidas a vaginas con buena genética para dar hijos, o intentar hacerlos.

Aquí algunas situaciones extremas que permanecen en silencio, y que forman parte de acciones sistemáticas para denigrar a las mujeres y mantenerlas en la periferia. en el caso de la belleza, ésta se transforma en un arma de doble filo para las mujeres. Por el lado que sea las joden. Es innegable que las mujeres deben lidiar con una paradoja que las convoca al mundo del trabajo. Mucha belleza o nada de belleza, las inhibe de avanzar en el mundo laboral si es que no logran alguna forma de protección por parte de hombres. Esto no tiene nada de sutil y salta a la vista al ver cualquier organización. Fácilmente las mujeres sin protección de un patriarcado familiar poderoso, en el trabajo son reducidas por sus co-trabajadores o empleadores a oportunidades para copular.
Esto sonará a una sobre-simplificación, pero a fines realistas, habría que preguntar cuántas mujeres consiguen sus potenciales parejas a través del trabajo.

Pasan cosas como lo siguiente:
  • Si son bellas, tendrán como principal desafío el ir más allá de ser premios de varones. Las que superan los obstáculos de ser bella, entran a una dinámica de hombres, a la par de los hombres en todo sentido salvo uno: siguen siendo premio de alguien, hasta de ellas mismas ante los hombres.
  • Si son lindas y sin hombres (amigos de corazón y parientes, en posiciones de poder) que las protejan, tienen sus trayectorias laborales truncadas porque todos los hombres de mandos medios o inferiores intentarán cogérselas. Cuántas no son despedidas, con alguna excusa, porque los supervisores o jefes no pudieron cogérselas o vieron que demasiados hombres dejaban de hacer su trabajo por intentarlo. Las que prosperan en el mundo del trabajo, generalmente es porque son forzadas a dietas de ansiedad y a engordar, o a llenarse de hijos por maridos o novios que quieren evitar que otros se las monten.
  • Si es fea, duran más en el trabajo pero en las periferias. No son objetos de decoración, y las esposas de los jefes tienen menos reticencia a que ronden a sus hombres. Sin embargo, ni las feas se salvan. Todas son moneda de intercambio de alguien.
  • Las que están alejadas de esta lógica que correlaciona oportunidades de empleo con sistemas de incentivos a partir de la belleza o la facilidad para acceder a tirar, son o relegadas a un mundo del trabajo doméstico y pasan mostrarse socialmente como dominadas por sus parejas (aunque en la realidad no sea así). Aquellas que son liberadas, sufren la enorme presión social de una sociedad pseudo-tradicional. En las clases medias y medias-altas, las mujeres que deciden abolir el sistema de dominación de sus parejas, rápidamente se las etiqueta como puta o solitaria loca. Es cuestión de grados.
Seamos claros sí. En contextos occidentales citadinos, para los varones tampoco es fácil vivir en sociedades que convierten el trabajo en un espacio de dominación masculina. Hay una competencia adolescente que se prolonga en versiones adultas, que consiste en demostrar que uno puede. Que uno puede tirarse a tal o cual, o que uno simplemente puede. Entonces el sentido de construcción de propósitos para la vida y los logros personales, quedan reducidos a tirarse hembras y poder presumir sobre ello. Los auto-engaños sobre desempeños sexuales y la calidad de vaginas a las que se accede, es espeluznante. Los hombres, algunos más otros menos, y otros mirando desde el palco, hablan de infidelidades y aventuras con una impunidad y complicidad increíbles. Todos se protegen entre todos. Y las mujeres parecen imitar esto, sobre todo en la medida que adhieren la sexualidad libre como un punto relevante para definir el éxito propio o ajeno.
Es muy común escuchar cómo se denigra a aquellas que no cumplen con las expectativas de sabor, olor, color, densidad, tamaño, estrechez, movimientos, etc. Es el status del hombre entre sus pares, hiper-reducido a su rol de macho penetrador. Por cierto, rara vez se cuentan los malos desempeños o la reincidencia con amantes a partir no de la genitalidad sino a partir de la posibilidad que la libertad sexual da para conversar sin miedos de macho. Es a esto, a tener confidentes, donde las mujeres que conocen esta dimensión en los hombre, que las infidelidades se vuelven peligrosas para la familia. Por eso también los hombres, mantienen la genitalidad como principal argumento racional para recaer en amantes.

Ser hombre -en quienes no pueden controlar su apetito sexual- permite obtener ventajas groseras sobre las mujeres. Dado que hay más ingresos y más oportunidades para incrementar su status efectivo y no sólo de apariencia, los varones multiplican sus parejas simultáneas. Una versión turbia del sueño de formar una familia, permite acceder a más mujeres. Cada una de las mujeres, encontrando incluso racionalizaciones hedonistas ("sólo me junto con vos por coger"), está estirando las posibilidades de formar pareja con hombres que tienen algo que ellas quieren, y no me refiero a penes complacientes o billeteras gruesas. Es otra cosa, es jugar con la ilusión de encontrar un hombre que las proteja y le permita construir un nido saludable y estable para su progenie.

Estas son formas de reducción del hombre y la mujer a sus instintos más básicos. En cierta forma, directamente los aleja de lo que realmente quieren, y de plantearse realmente qué es lo que quieren para sus vidas.

Decir que al final siempre gana el reptil, es una falacia superficial. Más vinculada a argumentos de venta y de sociobiología anacrónica, pues está totalmente desconectada de los conflictos más profundos de las personas consigo mismas y con su contexto. Los conflictos de sobrevivencia y sexuales son sólo la expresión más fácil de descifrar de la trama humana. Generar insights a partir del reptil, es una forma de re-huir a las preguntas más relevantes para comprender no el motor de las acciones humanas (que está en las emociones), sino la dirección y forma de los deseos que están en la fundación misma de nuestra humanidad.
La base neurobiológica es crucial, no para darle forma de emociones e institintos básicos, sino para descifrar el intrincado mundo desde el cual los humanos generamos y sostenemos posibilidades para dar sentido (dirección, propósito) a nuestras acciones pasadas y futuras.








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